lunes, 14 de octubre de 2013

Tarde

Tarde vuelvo a escribir, tras este largo verano que me ha tenido eternamente ocupado, por, entre otras, interesantes cosas que habrán de ser aquí tratadas. Pero lo que más me urge, es dar a conocer un destrozo producido en uno de los mapas que he tenido el placer y el suplicio de elaborar en este tiempo. La Dehesa de Carrascosa. Aquí va la noticia en medios. La denuncia de los ecologistas (con fotos), y la respuesta de la administración.

WWF y Ecologistas En Acción denuncian la tala de árboles centenarios en Carrascosa de la Sierra

http://www.vocesdecuenca.com/frontend/voces/WWF-Y-Ecologistas-En-Accion-Denuncian-La-Tala-De-Arboles-Centenarios-En-Carrascosa-De-La-Sierra-vn31471-vst95

Agricultura explica que las talas en Carrascosa de la Sierra buscan la regeneración de la masa forestal

http://www.vocesdecuenca.com/frontend/voces/Agricultura-Explica-Que-Las-Talas-En-Carrascosa-De-La-Sierra-Buscan-La-Regenerac-vn31478-vst95

Se pueden y se deben cortar pinos. La Sierra es lo que es (y aún fue bastante mejor) porque se han cortado pinos, y se llevan siglos cortando pinos. Pero una cosa es cortar, y otra cortar sin cerebro. Y esto es lo que se ha hecho, al menos en algunos casos.

Por ejemplo, NO se deberían cortar 5 pinos centenarios juntos en plena solana y en cresterío, que habían generado una sombra y una capa de suelo imposibles en ese lugar, y que ahora se perderá y se convertirá en un secarral de aliagas cualquiera (ha sucedido, y me ha hecho tener que modificar lo ya cartografiado, lo que da una idea de su impacto).

NO se debería cortar un pino tirándolo sobre un roble de trescientos años al que va a descuajar en su caída (ha sucedido).

NO se deberían cortar unos pinos tan grandes, que luego no van a caber ni en la máquina y se van a dejar pudrir por no saber qué hacer con ellos (cosa que espero aquí no llegue a suceder, pero sí ha pasado muy cerca y recientemente).

NO se deberían cortar pinos de doscientos años que, al precio al que está la madera actualmente (gracias a un contexto de globalización de precios y de población desinformada comprando madera de bosques sobreexplotados en terceros países por mano de obra regalada), serán monumentos vivos, como acertadamente los denominan los ecologistas de la primera noticia, convertidos en palés que acabarán quemados en alguna obra. Un Pinus nigra de doscientos (200) años de la Sierra de Cuenca no debería tener ese fin. El que escribe tiene la intención de comprar uno de esos monumentos cortados. Y es que no soporto tal derroche de energía, materia, y patrimonio vegetal en definitiva. Con él me haré un par de mesas de las de verdad, no de Ikea. Hay vigas de estos pinos en edificaciones del Toledo histórico que se acercan al milenio...

Estas líneas no son, o no quieren ser, una crítica sin más, en plan "todo lo que hace el hombre es malo". Nada más lejos. Estas líneas pretenden ser mi grano de arena para crear, o mejor dicho recrear (porque no es nueva en Cuenca), cultura de la madera. Que es cultura forestal, cultura de preservar, cuidar, mimar, y también cortar. Con cabeza. Cultura de conocer en qué entorno vivimos, cómo funciona, qué pieza dentro de nuestro planeta es, cómo gestionarlo a largo plazo y potenciarlo para que de sus mejores frutos, para nosotros, y para quienes nos sucederán dentro de siglos.

Los pinos, los bosques están ahí para darnos sombra, setas, piñas, caza, leña, miel, especias, protección ante la erosión, agua limpia, oxígeno, un marco inmejorable para las carreras de orientación, y también madera. Pero haciendo las cosas bien, por favor.

Para quien no conozca la Dehesa, la Dehesa es esto: